Ayer fue un día conmemorativo; uno de esos días para recordar, para el recuerdo, para revivir, para vivir
Ayer se celebró a lo largo y ancho de todo el mundo, el día de la muerte Perinatal y neonatal.
Ayer fue un día para pensar en esos pequeños grandes seres que llegaron para llenar de amor a sus padres, pero que se fueron demasiado pronto y les dejaron la manos vacías y el corazón lleno de sentimientos.
Y ayer, miles, millones de madres, padres, hermanos, abuelos… Se unieron en una luz para VISIBILIZAR su dolor, para gritar al mundo lo que el mundo a veces parece que no querer oír, y es que hay vidas que se terminan justo cuando se espera que comiencen.
Días como el 15 de octubre, son necesarios, unen a familias en su camino de duelo, ayudan a hacer ver que existen, que aunque no tenga nombre su estado, SON, son padres sin hijos en sus brazos.
Quizás ayuden a que ese familiar que no entiende por qué aún se llora, tome consciencia de la magnitud de la pena.
Quizás ayuden a que esa vecina que con buena intención dice «no pasa nada, tendrás más», sea consciente que si pasa algo y que ningún hijo sustituye a otro.
Quizás sirva para que el profesor que quiere hablar de la familia en clase y niegue a los hermanitos que no están, entienda que son parte de la vida de esa familia y que hablar de ellos en casa es algo natural.
Quizás sirva para que los profesionales aprendamos lo más difícil de nuestra tarea, y es empatizar realmente con el dolor, que aprendamos a manejar las situaciones antes, durante y después, sabiendo que hay un niño o niña que ha dejado un gran vacío pero aún así ocupa un gran lugar.
Días como ayer, recuerdo a los bebés que se fueron, a los que llegaron después, a los que se quedaron esperando a sus hermanos a las madres y familias que acompaño, … Y pienso que aunque sus lagrimas muchas veces ahoguen sus palabras, son fuertes, han mirado a la cara a la muerte cuando esperaban sonreír a la vida; lloraron, gritaron, ahogaron penas… Y siguen su camino, luchando con su dolor, y luchando con la incomprensión.
En días como el de ayer, agradezco tanto que confíen en mi, que me permitan estar a su lado en este camino, que me regalaran el honor de conocer a sus bebés… Esos bebes que siguen por siempre y pese a todo y a todos tan vivos.
En días como ayer pienso que todos y cada uno de los días son para el recuerdo:
Gracias por sus palabras. No se puede explicar mejor ni con más delicadeza.
La mayoría de la gente no entiende la huella que deja esa ausencia y el profundo dolor.
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Serenidad, y mi cariño. La huella está ahi, fuerte, y por siempre. El amor quedará, no se desvanece, aunque otras emociones si. Un beso enorme y gracias por tus palabras
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Gracias, Consuelo.
Te envío todo el cariño y serenidad que sea posible.
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