Las personas a lo largo de nuestra vida pasamos por momentos más o menos duros, algunos que pueden llegar a hacernos sentir desbordados, y otros que pueden llegar a hacernos sentir sin fuerza.
Es normal hasta cierto punto que ante determinadas circunstancias o en determinadas etapas estemos más tristes que en otras; sentirse triste, con bajo ánimo, poca energía o abatidos ante situaciones duras o difíciles (muertes, pérdidas, rupturas, situaciones económicas negativas,…) es una respuesta normal, es la forma en la que respondemos al dolor, a las dificultades.
Pero a veces esta respuesta de tristeza se prolonga en el tiempo, no existe ninguna manera en que se consuele o mitigue, y comienza a interferir notablemente en nuestra vida diaria, hasta tal punto que nos resta la energía, la capacidad para disfrutar, para realizar actividades, modifica nuestro patrón de sueño y/o de alimentación; afecta a la capacidad de concentrarnos y rendir…y va ganando en intensidad la sensación de pena y dolor; en estos casos es cuando hablamos de DEPRESIÓN.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo, una condición patológica que no es simplemente pena o tristeza, si no que va más allá, con consecuencias en la vida diaria de la persona, que se comienza a aislar, a perder su capacidad de iniciativa; bajar su rendimiento, y a llevarle a tener pensamientos negativos sobre si misma, la vida, su futuro.
En muchas ocasiones la persona que sufre una depresión no es capaz de comunicar, de identificar cual es el foco de su malestar, simplemente refieren un sentimiento profundo de dolor y tristeza al que no saben darle origen y del cual no creen ser capaces de encontrar salida y solución. Muchas veces pueden referir cuando creen que comenzó todo, pero no saben decir en el momento actual que lo mantiene o que les hace sentirse así.
Además de los síntomas más conocidos y característicos como el llanto, el abatimiento, la tristeza, ansiedad y sentimientos de culpa, entre otros; nos encontramos con síntomas como habla lenta y en voz baja, aturdimiento, insomnio o hipersomnio, falta de apetito sexual, lentitud de respuesta, etc.
En ocasiones las depresiones se intensifican hasta tal grado que la persona puede experimentar ideas recurrentes de hacerse daño a si mismas, incluso llegando a pensar en la muerte como única salida a este malestar.
Acompañar a una persona con depresión no es tarea sencilla, muchas veces los familiares y otras personas cercanas en un intento por hacer que la persona salga de su estado emplean frases del tipo «no puedes seguir así», «mira todo lo bueno que tienes», «tienes que salir de esto», frases llenas de buenas intenciones, pero cargadas de más angustia y dolor para aquel que se encuentra en un estado depresivo y por las características propias del trastorno no consigue ver lo bueno, sabe que no puede seguir así aunque quiera salir de este estado. Este tipo de expresiones no sólo no ayudan, si no que llevan a la persona a sentirse incomprendido, culpable e incapaz.
Así la depresión es una condición que requiere intervención profesional, y cuando los síntomas persisten en el tiempo (aunque su grado sea leve) es preciso acudir en busca de ayuda especializada de profesionales de la salud mental.
Los tratamientos para la depresión pueden ir únicamente desde la intervención psicológica, hasta la combinación con terapias farmacológicas (de ser necesarias), en estos casos el trabajo es conjunto de psicólogo y psiquiatra, los cuales de manera complementaria enfocarán la terapia a paliar la sintomatología física y emocional del cuadro.
La depresión es tratable y se puede salir de ella, y la terapia psicológica proporciona las herramientas adecuadas para que la persona logre descubrir los orígenes y los factores que mantienen el cuadro, encuentre unos pensamientos y estrategias de afrontamiento más positivos, recupere la autoestima y confianza, resuelva los conflicto internos y las experiencias traumáticas y en última instancia consiga una mejor adaptación y sensación de bienestar.
En GEA ofrecemos tratamiento psicológico para la depresión, basado en un enfoque integrador, dirigido a la persona, centro de las intervenciones; centrado en potenciar los recursos personales y de adaptación que se encaminen a lograr una visión más positiva y realista de si mismo y del mundo.
Jesica Rodríguez Czaplicki.
Psicóloga G2888