«No quiero que te vayas»
«No me dejes solo»
«Quédate conmigo»
Pueden ser expresiones naturales, normales de un niño o niña ante el hecho de tener que separarse de sus padres, bien por ir al colegio, a una actividad, porque sus padres y madres vayan al trabajo, o cualquier otra situación cotidiana.
En determinados momentos del desarrollo del niño, éste siente la necesidad de permanecer junto a sus figuras de apego, y las separaciones son vividas como algo negativo. Las separaciones se vivirán con una cierta ansiedad, que no debemos considerar como negativa, pues es una parte más del proceso evolutivo del niño, que le permitirá y que le servirá para el desarrollo de estrategias y capacidades para afrontar el hecho de separarse de sus figuras de apego, de estar solo.
Es normal que el niño pase por períodos críticos en su desarrollo en los que separarse de sus padres o figuras de apego le resulte difícil, así ocurre entre los 7 y los 24 meses de edad cuando el niño se encuentra en una fase de APEGO ESPECÍFICO, en la que el vínculo con la madre es bastante fuerte y busca el contacto con ella, rechazando incluso a otros familiares cercanos. Aquí comienza a aparecer el miedo a los extraños que irá superando a los dos años cuando el pequeño ya es capaz de representarse mentalmente a su madre u otra figura de apego entendiendo que aunque esta se ausente regresará, disminuyendo así la ansiedad ante la separación. Hacia los tres años podemos decir que el pequeño ya tiene consolidada la relación de apego y se activarán menos las demandas, para volver a emitir conductas de control de la relación alrededor de los tres años; intentando así controlar las ausencias e interacciones.
Cuando el apego es seguro, el niño será capaz de ir enfrentando las separaciones y cambios, con cierta ansiedad, pero con seguridad, y ante nuevas demandas como el inicio de la escolarización, podrá manifestar una cierta incertidumbre que se solventará de forma más o menos rápida, sobre todo, dependiendo de las reacciones de los padres, otras figuras de apego y sus profesores.
Así, lo ideal es explicar al niño que irá a un ambiente seguro y familiar, permitiéndole explorar el entorno, y facilitando su transición al nuevo medio de forma pausada, con una actitud relajada y comunicándole el cambio mientras nos comunicamos que el adulto que se hará cargo de su cuidado.
Si el niño llora o muestra mucha angustia, es preciso que validemos su emoción, de forma tranquila; si es necesario podemos proporcionar un objeto de apego que le de seguridad, que a la vez será para él un objeto de transición.
Las despedidas del niño no deben ser largas, pero tampoco deben parecer una escapada corriendo, como hemos dicho, de forma relajada, sin prisas, pero sin alargarlas.
Todos alguna vez hemos vivido estas situaciones, en carnes propias si ya tenemos hijos que hayan pasado por ellas, o en nuestra propia persona cuando hemos tenido que separarnos al iniciar el colegio; y hasta aquí, todo es comprensible y normal.
Y en esa normalidad juega un papel fundamental la figura de APEGO, definido por BOWLBY como ¨El vinculo emocional que desarrolla el niño con sus padres y o cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad¨.
Los niños con un Apego seguro que es el propio de aquellos capaces de explorar el entorno en ausencia de su figura de apego, pero que muestran una alegría cuando ésta vuelve; serán quienes mejor lleven estas separaciones. Son niños que han aprendido relaciones y cogniciones positivas sobre si mismo, los demás significativos y el entorno, al haber recibido respuestas consistentes, coherentes y continuas a sus demandas básicas.
Pero a veces esta normalidad se excede, y esa necesidad de permanecer junto a sus madres o padres, de no separarse de ellos comienza a teñirse de una gran molestia, malestar; que se manifiesta tanto de forma física como psicológica; hablaríamos de un TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN, caracterizado por:
SÍNTOMAS FÍSICOS:
- Palpitaciones.
- Rubor.
- Inquietud.
- Mareos.
- Nauseas
- Alteraciones del sueño.
- Dolores de cabeza, estómago…
SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS
- Miedo excesivo a accidentes graves.
- Miedo a la enfermedad.
- Miedo a la muerte.
- Miedo a perderse
Todos estos miedos se relacionan con la figura de apego.
Esta situación se manifiesta en una negativa persistente a la separación de las figuras de apego tanto sea para ir al colegio , separarse por las noches al irse a cama, o en cualquier otra situación cotidiana que implique una separación.
Los niños mas pequeños además suelen presentar una gran tristeza, aislamiento, mientras que los mayores limitan drásticamente sus actividades y vida social por la negativa derivada del temor y angustia de separación.
En ocasiones y ante vivencias concretas que pueden haber generado miedo al niño pueden producir reacciones ante la separación, sin que las clasifiquemos como un TASI; para que el diagnóstico sea positivo hablaremos de que estos síntomas estarán presentes por mas de un mes de forma ininterrumpida.
En estos casos es preciso acudir a un profesional de salud mental, el cual evaluará e intervendrá con el niño y la familia, pues hablamos de un cuadro complejo que requiere de atención sanitaria.
Dependiendo del profesional y sus estrategias terapéuticas iniciaremos un programa de intervención, donde el trabajo se centrará en el niño, pero implicando a todos los adultos significativos para él, y considerando que es muy importante que padres y otros cuidadores sean consistentes, le informemos de las separaciones y cumplamos los tiempos de las mismas; proporcionemos seguridad y no minimicemos el problema.
En muchas ocasiones se confunde el trastorno de ansiedad por separación con la fobia social o con la fobia escolar, y esta confusión viene del hecho de que los niños muestran angustia y rechazo a ir al colegio, realmente no es el colegio la causa o foco de la ansiedad, si no el separarse, sabiendo que la escuela es un lugar donde han de permanecer muchas horas.
Así, para resumir, consideremos que, la ansiedad por separación no patológica es pasajera, y forma parte del proceso evolutivo del niño, siendo sana que se produzca, pero cuando esta excede las características, tiempos y sentimientos que consideramos esperables, debemos prestar atención y consultar con su pediatra y otros profesionales de salud mental (psicólogos y psiquiatras infantiles), a fin de abordar el problema de forma rápida y eficaz; sin olvidar, por supuesto, la comunicación con su centro escolar.
Jéscia Rodríguez Czaplicki.
Psicóloga G2888. Psicopedagoga.
Referencias
- Bonet de Luna, C., Fernández García, M., & Chamón Parra, M.. (2011). Depresión, ansiedad y separación en la infancia: Aspectos prácticos para pediatras ocupados. Pediatría Atención Primaria, 13(51), 471-489
- Bowlby, J. (2003). Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida.
- Bowlby, J. Una base Segura: aplicaciones clínicas a la teoría del apego (1989). Paidós.
- Bowlby, J. (1993). La separación afectiva. El apego y la pérdida, 2. Barcelona. Paidós.
- Méndez, X., Orgilés, M., & Espada, J. P. (2008). Ansiedad por separación: Psicopatología, evaluación y tratamiento. Madrid: Pirámide.
- Méndez, F. X., & Carrillo, F. X. M. (1999). Miedos y temores en la infancia: Ayudar a los niños a superarlos. Anaya-Spain.
¡Muy interesante el artículo, gracias por compartir!
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