La situación que se está viviendo en el Hospital de Verín y el cierre de su paritorio, no deja de sorprendernos y de dejarnos malas noticias cada día.
En la madrugada del día 12/12/2019 hemos conocido la noticia de un parto y nacimiento en este centro en el cual se ha vulnerado el derecho más básico de una madre y su bebé, permanecer juntos y evitar cualquier separación.
Vaya por delante mi respeto y admiración por el Dr Javier Castrillo n y la matrona que ha estado con esa mujer en su parto, por el equipo de profesionales que les ha acompañado, y que no me cabe duda, deben estar atravesando una situación emocional compleja debido a las circunstancias en las que están desarrollando su trabajo y todos los sucesos que día a día están aconteciendo.
Pero me es imposible, sencillamente no puedo de dejar de pensar en esa madre y en ese bebé, y en como el momento más importante de su vida; se puede haber convertido en el más doloroso y desolador.
Sin entrar en más detalles acerca del hecho en si, cuyo enlace ya os he dejado más arriba, quiero traer a reflexión el hecho de la importancia de preservar el contacto piel con piel tras el nacimiento, de respetar el desarrollo del periodo sensitivo, ese que ocurre inmediatamente tras el parto, y que tiene una importancia vital para el establecimiento de los lazos entre madre y bebé, su vinculación, permite el inicio de la lactancia y da paso a la sincronía materno-filial; romper esta unión y no atender a la indisoluble diada madre-bebé, puede tener importantes y negativos efectos a corto, medio y largo plazo.
Tras el nacimiento, el bebé se encuentra en un estado de alerta tranquila, su cerebro está cargado de oxitocina y catecolaminas, en este escenario el bebé busca el contacto con la madre y su pecho, iniciándose así la lactancia materna. Por su parte, la madre gracias a la oxitocina, la vasopresina y la prolactina, y las endorfinas, se encuentra en un estado de profundo enamoramiento por su pequeño recién nacido; sintiendo un enorme placer con su contacto, buscándolo con la mirada, empleando palabras cálidas y proporcionándole todo el contacto posible.
Ya desde los años 70, con los estudios acerca de las teorías del vínculo y del Apego; las primeras investigaciones y aportaciones acerca de ella se ha comprobado que los bebés que se vinculan positivamente con sus madres tienen un desarrollo social y emocional más positivo, además de ser más seguros, cooperativos y empáticos.
Está ampliamente demostrado que los bebés separados de sus madres al nacer se recuperan más lento del estrés sufrido en el parto y nacimiento; sus niveles de cortisol son elevados y esta elevación se mantiene durante horas; el llanto de estos bebés es más desesperado, y solo cesa cuando su cerebro cede por agotamiento a semejante descarga de hormonas del estrés. Este efecto puede resultar altamente neurotóxico.
En estudios con animales se ha observado como las separaciones de las madres generan una serie de cambios Psico-neuro-endocrinos, que se presentan en periodo neonatal y se mantienen hasta la vida adulta; estos cambios se traducen en mayores índices de depresión, mayor agresividad, alteraciones cognitivos e incluso una mayor disposición a las drogas de abuso.
Resumiendo, los diferentes estudios apoyan la evidencia de que el contacto piel con piel y la no separación de la madre tiene un efecto protector y positivo en el neurodesarrollo del recién nacido, sabemos además que estos bebés hacen la transición a la vida fetal con una mayor estabilidad respiratoria, mejor regulación térmica (la madre al tener al bebé en su pecho, regula la temperatura del bebé aumentando o disminuyendo la suya), regulan la glucemia y sienten menos estrés lo que se traduce en un menor llanto y un estado relajado positivo.
Si esto no fuera suficiente, el contacto con la madre optimiza el desarrollo del cerebro, facilita y fomenta el apego; algo que se traducirá en una mejor regulñación emocional a lo largo de los años.
Pero el piel con piel tiene también efectos en la madre, aquellas que permanecen con su bebé muestran mayor vinculación con él, desarrollan más conductas maternales, sienten una mayor capacidad para cuidar a sus bebés y se incrementa el éxito de la lactancia materna, la cual se mantiene durante más tiempo.
Sabemos que permanecer en piel con piel con el bebé es el escenario natural tras un parto, las madres de manera instintiva necesitan cuidarlos, sostenerlos y protegerlos, y la recuperación posparto inmediata es mucho más positiva cuando no se les separa de sus pequeños.
Mientras la madre permanece con el bebé en el posparto inmediato libera oxitocina, endorfinas, prolactina… este complejo hormonal facilitará la conducta maternal, la lactancia y en última instancia una mayor vinculación que se prolongará en el tiempo. Se ha observado como las madres que no son separadas de sus bebés muestran una mayor confianza en sus habilidades maternas y una mejor respuesta a las necesidades de su pequeño. Además la LM es menos exitosa y se aprecia una duración menor de la misma en madres que han sufrido separaciones de sus bebés, llegando incluso a no instaurarle.
La separación de una madre de su bebé a los pocos momentos de su nacimiento, tal y como hemos visto, genera un estrés en el bebé; pero también en la madre. Vivir la separación genera angustia, es una situación que se vive como altamente estresante y pone a la madre en estado de alerta.
La percepción de menor eficacia maternal, unida a una inseguridad y miedo, pueden desembocar en trastornos afectivos en el puerperio, tales como ansiedad perinatal, depresión posparto, e incluso en algunos casos un síndrome de estrés postraumático posparto, pues está situación se vive cómo un trauma, un momento de peligro para la seguridad y estabilidad en la diada.
Así, la necesidad de contacto y permanencia entre madre y bebé, la no separación tras el parto, el respeto por el periodo sensitivo, y el apoyo emocional en este momento tan especial como el nacimiento, está más que demostrada; sobra decir que los beneficios de mantener juntos a madres y bebés son tan importantes y claros, que tanto desde la psicología perinatal como desde diversas organizaciones profesionales, la IHAN y la propia OMS, se han desarrollando recomendaciones, guías y protocolos para fomentar él piel con piel tras el nacimiento (incluso en casos de cesáreas o necesidad intervenciones al bebé, hasta en los cuidados en UCIN con la puesta en valor de los cuidados NIDCAP) y la cohabitación o alojamiento conjunto madre-bebe en él ingresos hospitalarios; todo ello opuesto a la prácticas de separación rutinaria que se venían realizando, y por supuesto de acontecimientos como el ocurrido en Verín el pasado 12 de diciembre con la dura e inexplicable separación de una madre y su bebé recién nacido.
Jesica Rodríguez Czaplicki
Psicóloga G2888
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