Sobre el apego, la crianza con apego y otras cuestiones.

En estos momentos que vivimos en no es extraño escuchar la frase «Crianza con apego», repetida hasta la saciedad en libros, webs, foros, artículos de revistas, etc.

Ante esta cuestión me surge la necesidad de reflexionar y escribir sobre el asunto de si realmente comprendemos qué es el apego y si  se utiliza correctamente este término.

El término criar con apego está a la orden del día. Vemos como se habla, para bien o para mal, de la crianza con apego como un estilo de parentalidad, a veces como una filosofía, otras como un método.

Se dice que «crían con apego» aquellos que siguen una serie de principios como: practicar el Colecho, ofrecer lactancia materna (prolongada), portear, evitar el uso de castigos y recompensas…pero es que realmente no hay apego en otras crianzas?.

Atendiendo a estas cuestiones diríamos que solo aquel que cría bajo estas condiciones estaría favoreciendo o fomentando un apego…sin más.

Pero el apego es más, mucho más. Por este motivo, considero que es conveniente que hablemos y aclaremos algunas cuestiones. Para ir avanzando desde el principio comencemos por saber qué es el APEGO

Siguiendo Peter Fonagy, podemos afirmar que al nacer ninguno de nosotros somos capaces de regular nuestras emociones, y es precisamente la vinculación afectiva o apego (generalmente con el cuidador principal) la primera relación que nos ayudará y permitirá la regulación de nuestro sistema emocional.

 El término apego o attachment  al que nos estamos refiriendo será el estudiado y definido por John Bowlby (psiquiatra y psicoanalista) que desarrolla su teoría entre los años 1969 y 1980 describiendo el efecto de las experiencias tempranas y los vínculos establecidos en estos momentos con el desarrollo de los niños y niñas. 

Bowlby fue consultor de la OMS, y en el año 1951 publica «Maternal Care And Mental Health» en el que expone la importancia de la cercanía y unión a la madre, la «necesidad Maternal», esta unión o fuerte apego a la madre ocurre en los seis primeros meses de vida, y su ruptura trae consigo graves consecuencias en el desarrollo de la persona.

Se basa en el estudio de menores institucionalizados, que habían cometido delitos, tras estudiar 44 casos, encuentra que en todos ellos había evidencias de malos tratos por parte de sus progenitores.

Partiendo de estas cuestiones y tras una revisión de sus primeros estudios, y conjugando conceptos del psicoanálisis, etiología y teoría general de sistemas; Bowlby define el APEGO como «Cualquier forma de proximidad que hace que una persona alcance o conserve proximidad frente a otro individuo diferenciado y preferido», añade que cuando esta figura de apego responde  y esta accesible la conducta puede limitarse a miradas y mantener la continuidad de la relación, aunque en ocasiones se pueden observar respuestas más fuertes como gritos o llantos, todas ellas encaminadas a llamar la atención de la figura de apego.

Estas conductas se ven en más especies además de los humanos; de hecho, unas de las bases que llevan a Bowlby a formular su teoría se encuentra en en los trabajos de Konrad Lorenz ( conducta de impronta en los patos) y los experimentos de Harlow con monos en los que se observa la necesidad universal de contacto.

(Konrad Lorenz y la Impronta)

(El experimento de Harlow, la importancia del afecto y una base segura)

Bowlby señala que el apego es una conducta instintiva, y se modula y activa mediante la interacción con otros significativos en el tiempo; se trata de un mecanismo de control, de adaptación y regulación de emoción y conducta y que dependerá de las necesidades de cada momento, de factores internos y externos de la persona.

El Niño o niña a partir de la interacción con sus padres, con sus figuras de apego; generará una serie de representaciones mentales que influirán en las posteriores vinculaciones emocionales. Además el apego proporciona seguridad o ansiedad al niño dependiendo de la accesibilidad o tipo de respuesta que de la figura de apego en las diferentes interacciones y situaciones.

Las funciones principales del apego son proporcionar una base segura desde la que explorar el mundo, mantener la proximidad y servir de refugio en situaciones de peligro, amenaza o inseguridad.

  

Tras estos postulados iniciales, varios autores comienzan a interesarse cada vez más por el apego, su función y efecto, así en 1978; Mary Ainsworth partiendo de estudios previos, diseña el experimento de la «Situación Extraña o Situación del Extraño», con el objeto  de valorar la relación entre las conductas de apego y la exploración, además de intentar medir el apego en niños de 1 a 2 años; a fin de ver cómo los pequeños emplean a los adultos como fuente de seguridad (base segura) desde la que explorar el ambiente. Ainsworth encontró notables diferencias, las cuales permitieron establecer tres estilos de apego en base a los patrones conductuales que observaron.

(Situación extraña: apego seguro, apego ansioso, apego evitativo)

Ainsworth y colaboradores señalan que podemos distinguir tres patrones de apego:

  • Seguro: caracterizado por la confianza en el cuidador. La figura de apego está disponible, ha sido coherente en sus cuidados; es proxima, brinda seguridad y afecto. Se trata de una figura que responde de forma coherente y siempre a las necesidades del niño; el cual encuentra en el una base segura que le permitirá explorar el mundo. Posteriormente algunos autores proponen que el patrón óptimo de apego se basa en una correcta sensibilidad materna, disponibilidad, receptividad, calidez, y una capacidad para percibir interpretar correctamente las señales del niño. Este estilo de apego es el que se ha observado en más del 50% al 60% de los niños de muestras no clínicas.
  • Ansioso-Evitativo: en este caso el niño no tiene confianza en la disponibilidad de su madre. De manera que no muestra gran necesidad de su separación pero si desinterés en el reencuentro incluso rechazo a ella. Estudios posteriores han encontrado alteraciones en el ritmo cardíaco en estos niños ante las separaciones, pese a que no se observan alteracionesconductuales. Normalmente las madres de estos niños se caracterizan bien por ser rígidas y hostiles o por el contrario sobreesrimulantes on intrusivas.
  • Ansioso-Ambivalente: este es el caso del niño que vimos que no se tranquilizaba al llegar su madre. Parece una exageración para conseguir asegurar la atención del cuidador, son niños que ante la ausencia de la figura de apego se quedan paralizados sin explorar; temerosos. Las figuras de apego en este caso suelen ser poco congruentes y su disponibilidad emocional no es continua sino que se presenta en algunas ocasiones y en otras no. En nuestras no clínicas hemos observado esta conducta en entorno al 5-15% de los niños.

Posteriores estudios añaden una cuarta categoría, la del Apego Desorganizado con características de los dos tipos de apegos ansiosos o inseguros. Niños con gran inseguridad y que al reunirse con sus figuras de apego muestran conductas confusas, con evitación pero también de fuerte intento de llamar la atención. Este tipo de apego está presente en cerca de un 80% de los niños que han sufrido abusos o maltratos.

La conducta de apego tiene su máxima expresión y establecimiento entre los 9 meses y tres años (periodo crítico con influencias futuras), y esta modulada tanto por factores próximos (calidad de las relaciones padres-hijos, abarcando el temperamento infantil y la sensibilidad materna) o distales  (los que influirán en el futuro).

Así mismo sabemos que, aunque el apego suele establecerse principalmente con la madre, también puede producirse respecto a otras personas (hombres o mujeres) que hagan las veces de ésta; incluso se ha observado que puede establecerse un estilo de apego con un progenitor y otro absolutamente distinto con el otro.

Para finalizar esta descripción indicar que la relación con las figuras de apego nos ayuda a construir nuestro mundo, a nosotros mismos; y poder comprender la realidad, anticipar el futuro, o establecer metas.

Una vez visto todo esto, vemos como TODAS Y CADA UNA DE LAS PERSONAS HAN SIDO Y SON CRIADAS CON ALGÚN TIPO DE APEGO, la cuestión está en saber cuál es el apego desarrollado, si supone una seguridad y un vínculo estable y positivo.

Partiendo de la teoría del apego; William Sears, pediatra norteamericano, acuña el término Attachment Parenting, como una filosofía de crianza.

(Recordemos que Bowlby no teoriza sobre un modelo para criar, si no que estudia como las relaciones tempranas con los cuidadores generan un vínculo y una conducta de apego que tendrá una influencia en todo el ciclo vital).

Sears realiza una interpretación y traducción del término y apoyándose en las  ideas de disponibilidad, cercanía, consistencia, etc, de la teoría de Bowlby, indica ocho principios que favorecerán una conexión segura con los hijos (principios que no están presentes en la teoría inicial y tampoco se derivan de ella), que serían:

  1.  Preparación para el embarazo y nacimiento del bebé. Desde reflexionar sobre las propias experiencias, hasta informarse y formase sobre la lactancia, pasando por conocer distintas opciones de parto y decidir la que más se adecúe a las necesidades propias.
  2. Alimentación con amor y respeto. Más que proveer de nutrientes hablan de fortalecer el vínculo con los hijos mediante la alimentación. La alimentación con lactancia materna sin demoras. En caso de optar por lactancia artificial que está se asemeje lo más posible a la materna, posicionando al bebé como si se le amamantara. Los alimentos sólidos se introducirán según los signos de maduración y no de la edad.
  3. Respuesta a las necesidades del bebé desde su nacimiento, con sensibilidad. Calmar las necesidades del bebé de manera sensible, consistente, respondiendo siempre a ellas.
  4. Cercanía y contacto corporal el mayor tiempo posible. Piel con piel siempre que sea posible, llevar al bebé en brazos, portearles. Cuando son mas grandes acariciarles, abrazarles…
  5. Participar activamente en las rutinas del sueño. Ofrecer al bebé seguridad y satisfacer sus necesidades y demandas también durante la noche, dormir con ellos o colechar.
  6. Proporcionar cuidado constante. Considerando que los bebes necesitan de forma intensa a sus padres, estar siempre disponible para ellos.
  7. Emplear la disciplina positiva. Tratar a los hijos confiando en que llegaran a la conciencia a partir de su disciplina interna, sin recurrir a premios y castigos, si no con confianza y seguridad en ellos.
  8. Lograr un equilibrio entre familia y trabajo.

Estos ocho principios en un primer momento son principios para criar con sentido común, es decir; ser responsivo al niño, dándole afecto y cubriendo sus necesidades, ofreciendo cuidado de calidad, buscando información de manera activa para comprender el proceso del embarazo-parto y crianza. 

Sabemos que la lactancia materna es el mejor alimento para un bebé, y debe ser exclusiva durante los primeros seis meses  de vida, donde pasará a combinarse con otros alimentos, idealmente al menos hasta los dos años. Esto lo dice la OMS y la Sociedad Española de Pediatria lo secunda.

Lo mismo podemos decir para prácticas como el piel con piel y el Colecho (aunque este último con una serie de condiciones de seguridad)

 Así la llamada «Crianza con apego», busca en última instancia conseguir un apego seguro; no se trata de la teoría del apego, y sus principios no se derivan de la teoría de Bowlby.

Y si bien se trata de principios lógicos y coherentes, que a priori deberían fomentar relaciones sanas y seguras; el problema surge en el momento en que desde algunos espacios se plantean como única vía el cumplimiento de todos ellos, sin concesiones. 

En ocasiones madres, familias acaban desgastadas intentado seguir unas pautas que de alguna manera no consiguen mantener (sea la causa que sea; miedo, inseguridad, desconocimiento,…) sintiendo que fallan quizás por una lactancia fracasada, un parto que tuvo que ser intervenido, dificultades severas del sueño que les llevan a abandonar el Colecho (si, existen trastornos infantiles del sueño), o madres que en determinado momento refieren ya necesidad de tener tiempo para ellas unido a un sentimiento de culpa por desearlo.

Criar no debe ser una carrera por ser la mejor madre, la más abnegada. La que ha tenido el parto más natural, y la que ha lactado más tiempo (que tampoco es lo que propone el doctor Sears, dicho sea de paso). Criar debe ser crecer con el hijo  mientras le brindan unos cuidados, están disponible física y emocionalmente, a la par que están cuidadas y se cuidan.

Criar con apego debe ser «criar fomentando un apego seguro«, criar con el sentido común, favoreciendo el desarrollo armonioso del niño o niña, proveyéndole de cuidados físicos y emocionales, cuidando su salud física y mental; ofertando una alimentación sana; pero dando seguridad y coherencia a toda la familia; sintiendo que la familia crece con el bebé, en un clima de armonía conjunta e individual, donde prevalecen las necesidades del niño atendidas de forma coherente, pero sin olvidarse de que el resto de los miembros que la componen tienen sus necesidades que satisfacer.

Y para ello profesionales en particular y sociedad en general, debemos asumir nuestra parte de responsabilidad en saber ser ayuda y apoyo que desde la evidencia y  sin hacer juicios de valor, sirvamos de soporte y ayuda a madres y familias, favoreciendo una parentalidad sana para todos los miembros de las mismas.

  
Se trata de seguir un camino juntos, siendo base segura, con afecto, calidez, cercanía y coherencia.
 Jesica Rodríguez Czaplicki.

Psicóloga Perinatal G2888. Psicopedagoga

Referencias:

  • AINSWORTH, M.D. (1989). Attachment beyond infancy. American Psychologist, 44, 709- 716.
  • Bowlby, J. (2003). Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida.
  • Bowlby, J. Una base Segura: aplicaciones clínicas a la teoría del apego (1989). Paidós.
  •  Bowlby, J. (1993). La pérdida afectiva. Tristeza y depresión. Barcelona: Paidós. 
  • Bowlby, J. (1993). La separación afectiva. El apego y la pérdida, 2. Barcelona. Paidós.
  • Fonagy, P. (2004). Teoría del apego y psicoanálisis. Barcelona: Espaxs.
  •  Fox, N.A., Kimmerly, N.L., y Schafer, W.D. (1991). Attachment to mother /attachment to father: a meta-analysis. Child Developmen.
  • Organización Mundial de la Salud: http://www.who.int/es/
  • Asociacion Española de Pedriatria: http://www.aeped.es/
  • William Sears: http://www.askdrsears.com/

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