El otro día mantenía una conversación sanitario que me contaba lo extremadamente cansado que se encontraba; cansado física pero sobre todo anímicamente. Como ocurre en las ciencias de la salud: dos más dos no siempre son cuatro, y por mucho que se haga, a veces no es suficiente.
Dolor y agotamiento en unas palabras que dejaban ver un profundo amor por su profesión; pero de las que podía extraerse una gran tristeza y sensación de soledad.
No llega con darlo todo, a veces, por mucho que sepas, por mucho que conozcas, por muchos medios, la vida tiene otro plan, y no siempre se puede solucionar satisfactoriamente un problema, no siempre se puede restituir la salud, no siempre se puede reparar el daño; y ante estas situaciones, en las que ponen todo su saber, la ciencia y la conciencia, la ética y la experiencia, estas cuyo resultado final no es el deseado (aunque a veces si el esperado), quien sostiene?.
Me explicaba mi interlocutor que, en las formaciones y cuando los psicólogos trabajamos con sanitarios en comunicación y relación de ayuda, solemos hablarles de la importancia de la escucha activa, de la empatía, de la aceptación, de no juzgar, de la cercanía, del apoyo… Les decimos cuestiones como Que son la cara que representa la solución, son en quien confían, que son la voz que quieren que les calme,…, pero y ellos?. Dónde quedan?
Entonces tras debatir sobre todo esto, me viene a la mente mi experiencia personal y profesional, y aparecen muchas imágenes:
Me viene la la imagen de esa matrona que acompañó a una mujer durante todo su embarazo, y acabó recibiendo con lágrimas de dolor una vida que se apagó antes de nacer.
Recuerdo a la obstetra que se acerca a la puérpara con una infección de origen desconocido y le dice con palabras sinceras de preocupación y sin miedo alguno a que se le juzgue, que todos los días hace el viaje de ida y vuelta al trabajo pensando en ella y buscando la causa, y que le jura que la encontrará y la vencerán.
Veo a las matronas y auxiliares que se arman con pancartas y se lanzan a la calle a decir que sus condiciones no son justas ni para usuarios ni trabajadores y que sin personal no se puede trabajar, atadas de manos y pies nadie puede hacer su trabajo.
Escucho las palabras de ese médico que se peleó con medio servicio para lograr cambiar las cosas y dar dignidad y respeto, calidez y más calidad a la atención del parto y nacimiento y de la mujer en general.
Siento a la matrona que no le importa ir contra corriente, y que al final consigue nadar con fuerza y compañía mientras solo se preocupa por las vidas que recibe y las madres a las que acompaña, aunque eso implique discutir y pelear cada día.
Veo al cirujano que se deja la piel en el quirófano, y que se va a casa pensando en que hizo, que debió hacer y que pudo hacer mal, con una sensación de que siempre queda algo por hacer.
Y me recuerdo a mí misma, cuando las emociones que queda en mi despacho son tan Intensas y llenas de dolor y angustia, que se clavan en el alma.
Y pienso, quién cuida de todas estas personas?, quién les ofrece soporte y apoyo emocional, quién les tiende una mano y les proporciona un espacio de cuidado y de intercambio emocional y experiencial?.
Algunos tenemos clara la importancia de este cuidado y revisión, y buscamos los recursos; pero es iniciativa personal e individual.
A menudo me comentan, cuando les pregunto por su autocuidado, que es «sálvate como puedas», es más cosa de grupo, de apoyo entre compañeros, de protegerse unos a otros. La atención al que cuida no se contempla, les damos la vida de otros y las ponemos en sus manos, les exigimos un rendimiento y unos mínimos, pero no se les proporcionan los recursos para hacerlo,ni mucho menos para cuidarse a sí mismos.
Porque a veces las cosas no van como deseamos, porque a veces la vida se les escurre de las manos, porque a veces por más que luchen 10 horas en un quirófano, por más que se peleen con la muerte, esta les acaba ganando.
Porque a veces tienen que librar batallas absurdas en despachos, porque a veces lo difícil no es sanar, sino conseguir los medios para hacerlo.
Creemos que es su trabajo y que tienen que hacerlo sin más, escucho a veces que es la profesión que han elegido y que a ella se deben, y sí, es cierto, pero ello no implica que las sombras que la cubren les afecten.
Nos falta cultura de autocuidado, nos falta saber que el que sana a menudo necesita ser sanado, nos falta mucho por hacer, veo a estas personas y veo a grandes profesionales, pero también veo a seres humanos que se rompen por momentos y que no encuentran en el sistema una red que les de el adecuado sostén y cuidado.
Jesica Rodríguez Czaplicki
Psicologa G2888
Un comentario sobre “Quién cuida al que cuida?”