La salud mental es cosa seria. La salud mental perinatal requiere una adecuada protección y promoción.

 

Como profesional de la psicología (debidamente formada, regulada y colegiada), no dejo pensar en la enorme responsabilidad que tenemos en nuestras manos, quienes nos dedicamos a cualquier rama de salud. Como en nuestras acciones (y omisiones), hay en juego mucho, está el bienestar de aquellos que acuden a nosotros.

A nuestros despachos, clínicas, gabinetes, hospitales,…, acuden seres humanos, y lo hacen bien sea motivados por una necesidad puntual, bien con un malestar que les acompaña desde hace algún tiempo, y en ocasiones también con una necesidad de acompañamiento y/o preventiva.

La Salud mental no tiene una definición concreta, pero si podemos indicar que la OMS señala que  se trata de «un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad». (OMS 2001)

Los profesionales de la salud tenemos la responsabilidad no solo de restaurarla, sino de promocionarla. Nuestra tarea no es solo la de intervenir ante un problema,  sino que  también es nuestra función la vigilancia del mantenimiento de la salud, la prevención y promoción de una vida saludable, tanto a nivel físico como emocional.

En esta faceta de promoción del bienestar, no podemos obviar que es de vital importancia la intervención no solo sobre las personas, sino el proporcionar el fomento de un ambiente saludable, que sirva de soporte y sostén y ofrezca a los ciudadanos y ciudadanas oportunidades de desarrollo afectivo-emocional.

Si atendemos a la Salud Mental Perinatal, parece más clara aún la necesidad de promocionarla, de cuidarla, de actuar de forma preventiva; propiciando espacios de cuidado y autocuidado, espacios de crecimiento, introspección, comprensión y salud; sin olvidar la necesidad de la evaluación, diagnóstico e intervención en los casos necesarios (faceta esta más conocida de las actuaciones de los profesionales de la salud mental perinatal).

Bajo el título de esta entrada quiero traer a la reflexión algo que considero de vital importancia, y es precisamente el carácter de rigurosidad y seriedad que debe revestir a la salud física y mental y centrándome en mi rama, a la salud mental perinatal.

Pese a que la sociedad en conjunto tiene voz y responsabilidad en la salud física y mental, (ya que ésta es cosa de todos); somos los profesionales debidamente cualificados los que tenemos que centrar conocimiento, esfuerzo y acción en ella, conjugándonos con otros actores y promotores, pero siempre en relación a una base empírica de evidencia, seriedad y rigurosidad.

Y llamo la atención sobre este aspecto, porque con tristeza aprecio que estamos en una época en la cual no es difícil encontrar alternativas no del todo saludables ni fiables, en una sociedad en la que parece que «todo vale y cualquiera sabe»; en la que a veces la ética se desdibuja y se viste con una estética aparentemente agradable, aparentemente fiable, pero carente de base y rigor.

Los sanitarios tenemos responsabilidad de actualizarnos, formarnos, y sobre todo acercarnos a las necesidades reales, todo ello desde una perspectiva crítica y basada en la evidencia; todo ello a fin de poder ser la referencia, el punto de salida y llegada para una vida saludable.

Como profesionales de la salud debemos vigilar por ella, y por nosotros mismos, debemos tener presente que en última instancia (y esto ha de ir más allá de egos, pero siempre centrada en el conocimiento), nuestra guía, nuestro norte, nuestro horizonte, camino y fin es la salud, bien sea en la prevención, bien en el campo de la intervención.

 

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