Sobre la lactancia materna y la depresión posparto

Se me hace obligado reflexionar en torno a estos dos conceptos, de extrema importancia y que bien podrían ir unidos o más bien deberían, aunque no es extraño que los acaben separando.

«Yo tengo la idea de que las recién paridas están como iluminadas por dentro y los niños se duermen horas y horas sobre ellas, oyendo ese arroyo de leche tibia que les va llenando los pechos pare que ellos mamen, para que ellos jueguen hasta que no quieran más, hasta que retiren la cabeza: «otro poquito más, niño…» y se les llene la cara y el pecho de gotas blancas».

Federico García Lorca

Dividiré esta entrada  en dos partes, en la primera hablaré del concepto de depresión, y en la segunda de su relación con la lactancia materna.

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La depresión puerperal o depresión posparto es una entidad de gran importancia, uno de los trastornos afectivos más frecuentes en el puerperio, y cuya importancia y relevancia hace que sea de extremo interés que los profesionales de cualquier área relacionada con la maternidad nos informemos y formemos sobre ella.

El puerperio es una etapa de grandes cambios y adaptación, un período de vulnerabilidad, mediado por factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales, en los cuales se eleva el riesgo de padecer algún tipo de trastorno afectivo; estimándose esta cifra entre 50-80% de las mujeres según que estudios revisemos. Señalo aquí que este porcentaje no se refiere a casos de depresión posparto, para este diagnostico, la cifra desciende hasta un nada desdeñable 10 a 20% de las madres.

Comenzaré por diferenciar los conceptos, a fin de que quede claro que no toda tristeza en el posparto es depresión, pero que no podemos hacer oídos sordos y ojos ciegos a las señales que podamos observar.

En primer lugar podríamos hablar del Baby Blues o tristeza del tercer día, que se presenta en un 50-80% de las madres, y como bien indica su nombre  ocurre en torno al tercer día (o quinto) y se puede extender entre 1 y 3 semanas. Las mujeres que presentan esta tristeza puerperal, suelen tener una tristeza que se refleja en una labilidad emocional, accesos de llanto, irritabilidad y cansancio; pero la intensidad y duración de los síntomas no hacen necesaria ninguna intervención médica ni psicoterapéutica.

Un 20% de las madres que padecen baby blues pueden acabar por presentar una Depresión Posparto (según los diferentes estudios y literatura existente); entidad compleja que SI requiere de intervenciones terapéuticas y en ocasiones farmacológicas. En la depresión posparto la mamá presenta una tristeza que le resulta incapacitante, anhedonia o incapacidad para experimentar placer, problemas en su pensamiento tales como enlenticimiento del mismo, cansancio, insomnio, y destaca la culpabilidad, el autorreproche, y en casos graves incluso ideación suicida y obsesiones acerca de hacerle daño a su hijo.

La depresión posparto aparece en torno a la 4º o 6º semana tras el parto y su duración estimada fluctúa entre los 3 a los 14 meses.

Muchas veces se pasa por alto una depresión, bien desde el entorno familiar o bien desde el sanitario o ambos. Ocurre que se considera normal el agotamiento excesivo, la tristeza y la sensación de embotamiento que experimentan muchas madres, y por otro lado, muchas mujeres sienten una extrema vergüenza y culpabilidad a la hora de relatar y comunicar lo que les ocurre.

» Tenía a mi bebé, ambas estábamos sanas, yo la deseaba más que a nada,…, no podía sentirme mal; no podía no quererla. Qué clase de madre no quiere a sus hijo?, cómo iba a decir nada?, qué pensarían de mi?» 

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Por otro lado, las consultas de seguimiento de la mujer puérpara por parte de las matronas, culminan en torno a la semana sexta tras el parto; el tiempo limitado y los protocolos de seguimiento, hace que a estas profesionales les sea a veces muy difícil detectar la presencia de un trastorno depresivo. me consta que la implicación de muchas es grande, y que gracias a sus esfuerzos personales se ha actuado y sigue actuando en muchos casos; pero como ocurre siempre, los recursos limitan.

Así mismo, es necesaria más formación, recursos y estrategias, para que estas profesionales puedan dar soporte y derivación adecuada a estas mujeres. Una buena entrevista, la aplicación de la escala de Edimburgo, o disponer de un adecuado equipo multidisciplinar perinatal, y tiempo, sobre todo tiempo; puede facilitar la tarea diagnóstica.

A veces ocurre que se detecta, se deriva y se inicia una terapia; terapia que en ocasiones combina la farmacología y las intervenciones psicoterapéuticas (y en otras se limita únicamente a la prescripción de fármacos), y aquí entramos en el gran escollo, la compatibilización de la lactancia materna.

Sabemos que la mayor parte de los fármacos que se administran a las madres con depresión puerperal son compatibles con la lactancia, y sabemos que la lactancia es un factor protector y atenuador de la depresión,…, pero aún así, se  suele recomendar el abandono de la misma.

Depresión y lactancia…Incompatibles?

«Me sentía una inútil, mala madre, que todo se me escapaba; pero esos momentos en que estaba con mi bebé, piel con piel, mirándole, abrazándole,…, sentía una conexión especial, me sentía su madre»

La lactancia materna es alimento, pero es mucho más; es protección frente a  enfermedades  de madre e hijo, es apego y seguridad para el bebé, es refuerzo para la madre, es protección frente a los estados de ánimo alterados,…, realmente es SALUD

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Cuando tratamos a una mujer con depresión posparto, tenemos dos pacientes a nuestro cuidado: madre y bebé, binomio indisoluble que se relaciona tan mutua e intrínsecamente, que una intervención sobre uno no puede estar a expensas del otro. A veces, y aquí miro hacia dentro de nuestra profesión; desconocemos realmente la importancia de esta unión, de esté vínculo, de la importancia de no romperlo, de tratarlo con extremo cuidado y cautela, de saber que es como un fino cristal que conecta a dos seres que se dependen el uno del otro. Pero muchos profesionales aún hoy día carecen de conocimientos o experiencia que les permita comprender la importancia de esta diada a la hora de intervenir, aconsejando  en muchas ocasiones el destete, amparándose en muchos casos en la prescripción de un tratamiento farmacológico.

Los estudios nos demuestran que la lactancia materna reduce en hasta un 50% el riesgo de depresión (incluso en madres que han atravesado una cierta tristeza puerperal), que favorece el vínculo y ayuda a establecer un apego positivo.

Entonces, si sabemos esto,…, qué es lo que ocurre?, qué es lo que nos ocurre?.

Que la inercia imperante en muchas ocasiones lleva a considerar que el biberón es igual que dar el pecho, y que el destetar ayudará a la madre a disponer de más tiempo para su autocuidado, ya que otros se encargarán de alimentar al bebé, permitiéndole a ella descansar.

El desconocimiento de la farmacología y la compatibilidad con la lactancia llevan a la prescripción de un tratamiento a expensas de la segunda; cuando la realidad es que son más los fármacos compatibles que los que no; hecho estudiado y del cual existe en la red una importante base de datos 

El destete en casos de depresión puerperal, tendrá una importante serie de consecuencias, que serán físicas (dolor de pecho, cambios hormonales bruscos,…) y emocionales (sentimiento mayor de incompetencia, dificultad en la vinculación, culpabilidad, sensación de impotencia).

act-841489_1280«Sabía que necesitaba ayuda, tras mucho pensarlo la busqué. Acudí a terapia psicológica y me hablaron de la necesidad de que un psiquiatra valorara el tratamiento farmacológico, me dijo que no temiera, que podía dar pecho igual. Lo primero que escuché es que mi bebé ya tenia 7 meses, que ya «había pasado toda la inmunidad que él necesitaba; y que por dejar de darle teta no iba a pasar nada. Cómo que no?, es lo único que hago por él, es lo que nos une… me derrumbé. Vimos la web de los medicamento, Mirtazapina es riesgo muy bajo, compatible!. Pero me dijo que no, que debía dejarlo. Asentí, tenía miedo de hacerle daño,…, se acabó»

Ya he hablado de la importancia de considerar al bebé como parte indivisible de su madre, de esta manera, ese destete forzado por las circunstancias, también ejercerá un efecto sobre él tales como un mayor riesgo de alergias y enfermedades respiratorias y dificultades en el vínculo y seguridad.

Qué debemos hacer entonces?

Una buena y adecuada intervención debe partir de un buen diagnóstico, temprano, y una adecuado manejo terapéutico, tanto a nivel psicológico como farmacológico si es necesario.

Una buena terapia irá más allá del uso de técnicas adecuadas, implica ACOMPAÑAR a la madre y al bebé, ofreciéndole el espacio para poder plasmar sus necesidades e inquietudes; manifestar sus miedos, y sobre todo escuchar sus silencios.

Si la madre es lactante, acompañar con fármacos compatibles, y ofrecer el adecuado sostén que permita continuar con la lactancia; planteándole la posibilidad de acudir a grupos de madres, grupos de lactancia, donde encontrará además respuesta a muchas de sus preguntas. Si finalmente la lactancia no continúa, sostener en ese proceso de destete; física y psicológicamente, aquí nuevamente, los grupos de lactancia son y pueden ser una pieza clave de ayuda.

Y debemos y podemos ACTUALIZARNOS, reciclarnos, compartir conocimientos, formación e información, mirando con los ojos de quienes demandan nuestra ayuda, y con una mirada en común con todos aquellos que rodeamos y trabajamos en, con y para esa madre y bebé.

Jesica Rodríguez Czaplicki

Psicóloga Perinatal G2888

6 comentarios sobre “Sobre la lactancia materna y la depresión posparto

  1. En efecto yo me sentí derrumbada y la peor persona del mundo x no estar feliz con mi peque que tanto había deseado. Y la lactancia materna nos unía como un un inseparable y maravilloso
    Pero cuando ya no pude llorar más y pedí ayuda me recetaron Escitalopram y fuera lactancia. Y a los 6 meses nos separamos con todo el dolor de mi corazón y en vez de mejorar empeore. Me sentía muy mala madre x eso. Y el riesgo es bajo. Pero no hay buena información y mucho miedo y desidia tb.

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    1. Siento mucho tu experiencia, Eva.

      En efecto el escitalopram sería compatible, pero como bien dices, con una información insuficiente e inadecuada poco más puedes hacer…

      Espero que en estos momentos todo vaya mejor.

      Un beso fuerte

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  2. Gracias por el post, estoy de acuerdo que es muy importante enseñar a ambos los profesionales y los padres que no hay que dejar amamantar para tratar una depresión posparto. (Pronto tendré un articulo al periódico académico the Journal of Human Lactation sobre el mismo tema). Nada más quería comentar sobre la declaración «…y sabemos que la lactancia es un factor protector y atenuador de la depresión». Es imprescindible precisar que es un factor protector en algunos casos, pero no en todos. Para cada investigación que muestra que la lactancia materna es protector, hay una cantidad igual de estudios que demuestran que puede aumenta o contribuir a la depresión – específicamente si hay una percibida presión de hacerlo i/o problemas con el mismo (vea por ejemplo: Ahn & Corwin, 2015; Castro Dias & Figueiredo, 2015; Pope, Mazmanian & Bédard, 2016; Borra, Iacoyou & Sevilla, 2015; Figueiredo, Canário & Field, 2014; Pope & Mazmanian, 2016). Digo que siempre hay que intervenir al nivel individual de la madre, criatura y familia. Si la madre dice que ya no quiere continuar amamantar, si le da demasiado ansiedad, si no le gusta – después intentar ayudarle resolver problemas, tenemos que respetar su decisión informada como la mejor para ella y para su bebé.

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    1. Muchas gracias por tu respuesta y revisaré la documentación que me enlazas. Cierto que una lactancia que no se desea, que está causando un malestar y no recibe un adecuado apoyo, si se lacta por presión… no es positiva ni favorece.

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    2. No puedo estar más de acuerdo con tu última frase.
      El texto intenta hacer ver que no son incompatibles la depresión posparto y y si la madre desea la LM lo necesario es apoyarla.

      De igual modo que si opta por LA O mixta, nuestro cometido es el mismo

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